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¿Realmente quien persigue a quien? ¿Hacia quien apunta la persecusión?
Es innegable que siempre que ocurre una acción de “PER/SEGUIR”, se requiere que existan los dos factores que lo suscitan: Por una parte el «per/seguidor» que lleva la firme intención de alcanzar y atrapar; y por otro lado, el «per/seguido» que como acto resultante huye para escapar durante todo aquel recorrido. Sin embargo, al final ¿Quién atrapa a quien? ¿Quién corre detrás y quien delante?
La interrogante está dada por el siguiente hecho narrado por Pablo el Apóstol:
Como a mediodía, al llegar cerca de su destino, “DE REPENTE (ojo)” lo rodeó mucha luz del cielo; y cayó al suelo, y oyó una voz que le dijo: «¿Por qué me persigues?»
Respondiendo él: «¿Quién eres?» «¿Qué quieres que yo haga?», ante lo cual aquella voz expresó: «¡Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues, levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas!»,  (Hechos 22:6-10).
A partir de aquel momento, resultó alcanzado y quedó prendido por lazos eternos, es decir, el perseguido se detuvo en medio de su camino y en un solo instante atrapó al perseguidor.
He aquí el testimonio de los que presenciaron aquella escena: “Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba” (Gálatas 1:23).
Por tanto tiempo el rey Saúl vanamente se dedicó a perseguir al joven David, y sin embargo en el momento menos esperado fue atrapado por David mientras dormía.

Es decir, en el recorrido de la vida asumimos ambas actitudes:

En ocasiones corremos como «per/seguidores»  intentando vanamente alcanzar nuestros ideales, propósitos, sueños, metas (BENDICIONES)… sin embargo mientras lo hacemos, simultáneamente huimos a la vez como «per/seguidos» de tantas situaciones negativas (MALDICIONES) que insistentemente nos acechan y acorralan.

Sin embargo, tales actitudes asumidas de esa manera durante el recorrido, son totalmente incorrectas, porque al final lo importante es: ¿Quién atrapa a quien? y ¿Quién corre detrás y quien delante?...  ¡CAMBIA DE PERSPECTIVA!.

Por un lado, nunca huyas o corras delante de tus enemigos ni de ninguna situación negativa, al contrario, párate en medio del camino y en un DE REPENTE has que todas las maldiciones que te persiguen corran delante y tú detrás y has que en definitiva huyan de ti. Enfréntalas, acorrálalas y ahuyéntalas, tal como haría el cazador que huye de la fiera, hasta que decide detenerse y cambiar su dirección y su oponente comienza a retroceder hasta que lo hace huir sin que lo persiga. YA NO ES UN PERSEGUIDO SINO UN PERSEGUIDOR.

Pero, por otro lado, nunca vanamente te empecines en perseguir o correr detrás de las bendiciones que aparentemente se te escapan de tu recorrido porque ellas jamás huirán de ti. Al contrario, si en un instante cesas tu persecución, y permites que ella mismas te alcancen y te atrapen; EN UN DE REPENTE YA NO SERÁS UN PERSEGUIDOR SINO UN PERSEGUIDO:


Y VENDRÁN SOBRE TI TODAS ESTAS BENDICIONES, Y TE ALCANZARÁN, SI OYERES LA VOZ DE JEHOVÁ TU DIOS (Deuteronomio 28: 2)
Y VENDRÁN SOBRE TI TODAS ESTAS MALDICIONES, Y TE PERSEGUIRÁN, Y TE ALCANZARÁN HASTA QUE PEREZCAS; POR CUANTO NO HABRÁS ATENDIDO A LA VOZ DE JEHOVÁ TU DIOS (Deuteronomio 28: 45)
EL MAL PERSEGUIRÁ A LOS PECADORES, MAS LOS JUSTOS SERÁN PREMIADOS CON EL BIEN (Proverbios 13:21)
LIGEROS FUERON NUESTROS PERSEGUIDORES MÁS QUE LAS ÁGUILAS DEL CIELO; SOBRE LOS MONTES NOS PERSIGUIERON, EN EL DESIERTO NOS PUSIERON EMBOSCADAS (Lamentaciones 4:19).
ISRAEL DESECHÓ EL BIEN; ENEMIGO LO PERSEGUIRÁ (Oseas 8:3).
MAS CON INUNDACIÓN IMPETUOSA CONSUMIRÁ A SUS ADVERSARIOS, Y TINIEBLAS PERSEGUIRÁN A SUS ENEMIGOS (Nahum 1:8).


Por: David Alexander Flores Soto