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.:YO CONOZCO TUS OBRAS:.
Por David A. Flores S.-


       En ocasiones hemos oído aquel aforismo popular que dice que “el amor se demuestra con hechos”,lo cual es muy cierto. La sagrada escritura así también lo establece: “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1era. JUAN 3:18) y “El amor sea sin fingimiento…” (Romanos 12:9).-

   Es así como el amor debe ir acompañado de hechos, obras, acciones y actitudes que construyan, edifiquen, consoliden y establezcan el AMOR. Sin embargo, así como una casa está constituida por ladrillos, eso no significa que un montón de ladrillos, sea siempre una casa, lo cual tampoco quiere decir, que un montón de hechos, o de demostraciones presumibles de amor, realmente lo sean… Es decir, no siempre se puede resolver la perfecta ecuación entre el binomio “OBRAS” y “AMOR” y determinar como resultado la igualdad entre ambas… Tales palabras no son sinónimas.

   Ahora bien, ¿hasta qué punto es posible desarrollar una serie de acciones u obras, o mostrar actitudes hacia una persona, como expresión manifiesta y demostrable de que efectivamente se ama, cuando en la realidad no existe AMOR…? ¿Puede llegarse a una ligera conclusión definitiva de “AMOR”, por el simple hecho de que haya evidencias que parece demostrarlo?

   Pues bien, veamos según la Biblia, las OBRAS que una persona es capaz de hacer, sin que eso implique que verdaderamente tenga, sienta o haya AMOR: Hablar lenguas humanas y angélicas, tener profecía, entender todos los misterios y toda ciencia, tener toda la fe que haga trasladar los montes, repartir todos sus bienes para dar de comer a los pobres y entregar el cuerpo para ser quemado (I Corintios 13:1-3).

  ¡Qué Incongruencia!... Todo eso alguien podría realizarlo, sin que posea la más mínima pizca de Amor, a tal punto que tales personas son catalogadas, como metal que resuena, címbalo que retiñe, que nada son y que de nada les sirve lo que hacen cuando no existe Amor… Aunque quizás, no sea que no haya del todo Amor, sino que, si llegó a existir, su nivel ya no sea el mismo… disminuyó o sencillamente desapareció… o se enfría (Mateo 24:12). Es importante tener en cuenta que el amor hace que se realicen obras nobles, dignas, extraordinaria, servicial, benévola, desinteresadas, desprendidas,  y todo como resultado de la acción de amar… pero, una vez que desaparece el amor, pueden continuar aquellas obras a modo de costumbre o compromiso o por inercia mecánica... Tal realidad se observa en cualquier relación humana donde se presume debe predominar el AMOR: Entre cónyuges, padres e hijos, hermanos, familias, etc..
Pero además, tal situación se presenta en el plano espiritual. Podemos trabajar incansable y arduamente para Dios y sin embargo no amarle… ¿Cómo así…? Pues, de acuerdo a lo que se lee en Apocalipsis 2: 1-7, esa era precisamente la realidad sorprendente que reflejaba la Iglesia Cristiana que estaba en Éfeso. “Yo conozco tus obras…” le dijo el Señor a través de aquella carta. ¿Pero a cuales obras se refería? Veamos:
§   Su arduo trabajo y paciencia,
§   Que no podían soportar a los malos,
§   Que probaba a los que se decían ser apóstoles, y no lo eran,
§   Que desenmascaraba a los mentirosos,
§   Que como iglesia había sufrido, y había tenido mucha paciencia,
§   Que habían trabajado arduamente por amor del nombre del Señor.
§   Que no habían desmayado.
§   Y que aborrecían las obras de los nicolaítas.

Sin embargo, aquellas grandes obras no eran suficientes pruebas ni aportaban elementos de convicción ni se traducían en una demostración fehaciente de AMOR para con el Señor, por cuanto Él aún no estaba conforme… había una queja de su parte hacia aquella aparentemente extraordinaria Iglesia de Éfeso … “Tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”, les dijo el Señor…

   Quizás, pensaríamos que con aquellas características no habría motivos para dudar del Amor que sentía aquella Iglesia por el Señor, sin embargo, Él no lo sentía así…
  
   Esto pueden entenderlo fácilmente los hijos que reciben de sus padres todo lo que necesitan… pero que dicen: “Siento que mi papá no me ama”… ya que por trabajar por sus hijos no les queda tiempo para compartir con ellos…

   Los ancianos padres a quienes sus hijos les pagan un servicio para que los cuide, y les proveen de todo lo que necesitan, sin embargo, aquellos ancianos sienten que sus hijos no les dan el AMOR que tanto requieren… Invierten su tiempo trabajando por sus padres, que luego no les queda tiempo qué dedicarles…

   Las esposas que en casa les han dado todo lo materialmente necesario… pero que no se sienten amadas por sus esposos como al principio…  Trabajar por ella, hacer obras por ellas, no significa que exista una satisfacción de AMOR de parte de ellas… porque el AMOR es mucho más que simplemente “OBRAS” o “HECHOS”…

   Eso mismo sintió el Señor… La Iglesia de Éfeso se dedicó a trabajar tanto POR ÉL SEÑOR que se olvidaron DEL SEÑOR.. “Has trabajado arduamente POR AMOR de mi nombre, pero siento que has dejado tu primer AMOR”Pareciera ser contradictorio pero no lo es… Se trata de resolver la perfecta ecuación entre el binomio “OBRAS” y “AMOR” y determinar que no siempre el resultado será la igualdad entre ambas…  

  “RECUERDA, POR TANTO, DE DÓNDE HAS CAÍDO, Y ARREPIÉNTETE, Y HAZ LAS PRIMERAS OBRAS…”

  Para concluir, dejo otro claro ejemplo… Jesús va a visitar una casa en una aldea donde vivían tres grandes amigos suyos… En su estadía, mientras una de ella estaba sentada compartiendo y platicando en comunión con Él, otra estaba en la cocina TRABAJANDO MUCHO PARA JESÚS… es decir, preocupada con los quehaceres de la comida para que se sintiera bien… Una faena encomiable aparentemente... Sin embargo, Jesús se sintió más agradado con María porque ésta se sentó con él a escucharlo… de tal manera que cuando Marta se  acercó y le dijo: “Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude”. Jesús le respondió: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”.

  El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: “Yo conozco tus obras”….

Por: David A. Flores S.-
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